Sí, has leído bien y no, no es un error. Vamos a hablar del MODUS APPARENDI, no del modus operandi, que es el término que seguramente te suena. Pero empecemos por este último para diferenciarlos.
MODUS OPERANDI (MO)
La expresión latina modus operandi se refiere a la forma de realizar una acción, como su propio nombre indica: modo de operar. Aplicado a la criminalística podría definirse como las conductas y estrategias aplicadas con objeto de cometer un acto delictivo.
El modus operandi se relaciona directamente con el móvil del delincuente, es decir, con el objetivo que pretende alcanzar: por ejemplo un beneficio económico.
El modus operandi tiene un carácter funcional. Representa el cómo.
MODUS APPARENDI (MA)
El modus apparendi se define de forma genérica como la firma del delincuente. Es el modo en que el criminal imprime su sello personal, ya sea de forma intencionada o no.
El modus apparendi tiene un carácter motivacional. Indica el impulso emocional detrás del acto delictivo, por ejemplo, celos.
Afinando un poco más, podemos decir que este sello personal se divide en cuatro categorías:
EL RITUAL
Rituales inspirados en sacrificios humanos de sociedades ancestrales y técnicas macabras de tortura que no tienen una finalidad determinada.
A veces, los elementos rituales de un asesino no se relacionan directamente con comportamientos externos observables, sino que tienen más que ver con mecanismos internos de preferencia en relación a la elección de la víctima: un color de pelo, una profesión, una apariencia, etc.
LA ESCENIFICACIÓN
Es el conjunto de conductas llevadas a cabo por un asesino, orientadas a manipular y disponer en determinadas posturas el cuerpo de la víctima en la escena del crimen.
Posición «durmiente», con manos entrecruzadas y/o en una cama, indica una relación familiar o emocional con la víctima. El adorno con flores refleja un posible remordimiento por parte del asesino. Tiene una función introspectiva.
Posición humillante o vejatoria, se realiza con el propósito de ofender y desafiar. Tiene intención exhibicionista.
LA SINTOMATOLOGÍA
Son aquellos casos que reflejan una patología o trastorno del delincuente, por ejemplo, la piromanía, la pedofilia, la psicopatía, etc., que influyen en la elección de la víctima y la perversidad o brutalidad de la violencia empleada.
LA FIRMA
Es como el delincuente se muestra ante la sociedad, la opinión pública o las fuerzas de la autoridad.
Tarjeta de presentación
Deja en el lugar del crimen algo característico que le represente y que repetirá en más asesinatos si se trata de un asesino en serie, por ejemplo, un naipe, cartas a los periódicos, un jeroglífico… Es la forma que tiene de reivindicar la autoría de su obra.
Seña de identidad
El delincuente no se propone reclamar la autoría, pero la revela inconscientemente mediante un modo de proceder repetitivo. Por ejemplo en el caso de que siempre decida amputar un mismo miembro a la víctima.
Pueden darse casos en que el MO y el MA presenten elementos comunes o que haya ausencia de MA. Incluso es posible que un asesino llegue a matar porque desea saber qué se siente al hacerlo.
Fuente: ESERP BUSINESS & LAW SCHOOL – Jornadas Psicológico-Criminológicas – Dr. César San Juan Guillén
CASO REAL – EL ASESINO DE LA BARAJA
Netflix estrena hoy «Baraja, la firma del asesino», una docuserie que explica la historia de Alfredo Galán Sotillo, que asesinó a seis personas e intentó matar a otras tres en el año 2003, convirtiéndose así en el primer asesino en serie español. Escogía sus víctimas al azar y las mataba con una pistola que se trajo ilegalmente a España de su paso por Bosnia, donde estuvo destacado en misión humanitaria con el ejército español. Fue condenado a 142 años de cárcel, de los que cumplirá 25, el máximo por ley. Cuando salga de prisión, tendrá 52 años.
Popularmente conocido como «el asesino de la baraja», Alfredo Galán dejaba una carta de la baraja española, concretamente un naipe de copas, en cada uno de los cuerpos que asesinaba. El naipe era por tanto su tarjeta de presentación, su firma.
Fuente: NETFLIX
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